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Durante el paro, al principio no hice mucho en relación con la universidad. Las primeras semanas las tomé para tomar un respiro y desconectarme un poco, porque la situación era bastante incierta y no tenía claro cómo seguir con los tiempos ni con las entregas. No estaba segura de qué esperar ni de cómo organizarme, así que preferí no presionarme y esperar a que todo se aclarara un poco.
Luego, poco a poco, cuando comenzaron a llegar las cápsulas y materiales que enviaban los profesores, me fui poniendo al día. Empecé a ver esas cápsulas con más constancia y a aprovechar esos recursos para no quedarme atrás.
Ya en las últimas semanas del paro, me puse más seria con mi proyecto y empecé a dedicarle más tiempo y atención. La verdad es que sentí que recién ahí pude avanzar con foco y con un rumbo más claro. Mi proyecto actual es bastante más modular que el anterior; me propuse que tuviera una estructura más organizada, con un recorrido definido que guíe la experiencia del usuario a lo largo del espacio. En comparación con mi proyecto previo, siento que esta vez hay una intención mucho más clara en la forma en que se relacionan los distintos módulos entre sí y con el entorno.
Para inspirarme y orientar mejor mi propuesta, tomé como referencia el Centro Botín, de Renzo Piano. Me llamó mucho la atención cómo el edificio logra integrar espacios abiertos y cerrados, creando recorridos fluidos y conexiones visuales interesantes con el paisaje alrededor. En particular, me gustó mucho una especie de pantalla que une dos estructuras distintas dentro del centro, y traté de replicar esa idea en mi proyecto para que funcione como un nexo que articule y unifique los diferentes módulos. Eso me ayudó a pensar en cómo organizar los espacios para que no solo funcionen individualmente, sino que formen parte de un conjunto coherente y atractivo.
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